Proyecto: Museo Juan Soriano en Cuernavaca, México / JSª

La propuesta ganadora de este despacho mexicano será la respuesta arquitectónica contemporánea para la recuperación y mejoramiento de la ciudad de Cuernavaca. Se prevé que el museo, que ocupará 5 mil metros cuadrados, se inaugure a principios del 2015.

La narrativa espacial y la propuesta museográfica incitan a un recorrido de posibilidades múltiples irrumpiendo cualquier configuración convencional de lectura cronológica sobre el cuerpo de obra de Soriano, apelando a la historia de su propia gestación tan impredecible como plena de libertad creativa. Y es que la obra de Soriano, como recuerda María Zambrano, es como la vida misma que necesita revelarse, expresarse.


Al nivel de galerías se accede por el vestíbulo del edificio. Esta planta de exposiciones se envuelve por un juego de volúmenes sólidos que alternan distintas aberturas hacia el jardín y la ciudad. Desde el momento de acceso al vestíbulo, el espacio de exposición vive del flujo natural de aire natural con el que el museo dialoga permanentemente. Este contenedor de concreto blanco marca un umbral en la relación entre interior y el exterior mediante un juego de aberturas y cierres.

La configuración de la sala permite de manera libre ofrecer un refugio para las piezas de Juan Soriano y para aquellas obras invitadas en exposiciones temporales que habrán de enriquecer la lectura de la obra y pensamiento de Soriano. La diversidad de alturas y posibilidades museográficas permiten activar un ilimitado uso del espacio y construcción de narrativas.

Entre la caja expositiva y la envolvente, se posibilita generar un pórtico dependiendo de las necesidades museográficas donde los visitantes pueden pausar su recorrido recibiendo el flujo de aire que amablemente envuelve y penetra al edificio.

La relación con el jardín se reserva al Norte y al Este para enmarcar algunas de las esculturas monumentales que habitan en el jardín. Si bien este espacio de exhibición contempla todos los requerimientos necesarios para albergar casi cualquier exposición, el propio museo podrá activarse en el resto de sus niveles para extender su programa de exhibiciones, el jardín de esculturas y la inserción de obra de Soriano en plazas y espacios públicos de la ciudad.
Hacia el tercer nivel del edificio sobre la fachada Oeste y Noroeste, un restaurante ofrece desde su terraza un conjunto de visuales hacia la ciudad. Así como Ricoeur nos recuerda que toda historia de vida se desarrolla en un espacio de vida, así el recorrido continúa al salir del edificio y caminar por el jardín de esculturas monumentales.


Uno de los elementos compositivos son un grupo de cuerpos de agua. Sobre uno de ellos, la escultura Toro Echado de Soriano reposa como aquel cuerpo imponente que el artista contempló al pie de una carretera y que hoy protege el auditorio que hay debajo del nivel del jardín. Este espacio podrá albergar conferencias, mesas de reflexión, presentaciones de libros, proyecciones de cine e incluso representaciones de teatro en recuerdo y homenaje al pasado de Soriano como escenógrafo.